De Sydney 2008 a Madrid 2011: El encuentro internacional de responsables de pastoral juvenil

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Los responsables de la pastoral juvenil de todo el mundo se encontraron en Roma del 3 al 5 de abril de 2009, invitados por el Consejo Pontificio para los Laicos, para asistir al congreso “De Sydney 2008 a Madrid 2011”. Se trató del primer encuentro internacional en vistas del evento en Madrid, un importante momento de evaluación y reflexión, con la presencia total de los Comités organizadores de España y Australia, junto a los delegados de unos setenta países y treinta y cinco comunidades, asociaciones y movimientos juveniles católicos, siendo en total unos ciento cincuenta participantes.

Los trabajos se iniciaron el viernes 3 de abril con el discurso inaugural del cardenal Stanisław Ryłko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos. «Las Jornadas Mundiales de la Juventud – observó el cardenal – se han convertido providencialmente en “catalizadores” de la preocupación pastoral de la Iglesia a favor de las jóvenes generaciones, y desempeñan una importante función de orientación, inspiración y estímulo... Gracias a las JMJ, ha nacido una nueva generación de jóvenes capaces de ir contracorriente con respecto a la cultura postmoderna dominante». «Con el correr de los años – dijo – las JMJ se han convertido también en “laboratorios de pastoral juvenil”. Les debemos a las JMJ no sólo el nacimiento de una “nueva generación de jóvenes”, sino también el nacimiento de una “nueva generación de agentes de la pastoral juvenil”, capaces de responder a los verdaderos problemas de los jóvenes de nuestro tiempo». «La palabra “provocación” – concluyó – reproduce muy bien la naturaleza del desafío pastoral que las JMJ representan para la Iglesia. Recordemos que la pastoral de las jóvenes generaciones no es un apéndice en la acción pastoral de la Iglesia, sino su centro, su corazón».

A continuación se procedió al análisis de los frutos principales de la JMJ 2008 a nivel local, a cargo del cardenal George Pell, que subrayó especialmente el aumento de las vocaciones: «En Nueva Zelanda – dijo el arzobispo de Sydney – el seminario nacional ha prácticamente duplicado el número de seminaristas. También en Australia se registra un aumento, una tendencia que asimismo habíamos notado en la preparación a la JMJ. Es un signo claro de que se ha hecho un buen trabajo, no sólo bajo el aspecto logístico sino también y sobre todo en el espiritual, haciendo participar a las parroquias, diócesis, movimientos y asociaciones, pasando por las escuelas y familias». No obstante, el cardenal alertó de estar en guardia ante fáciles entusiasmos: «La JMJ no es una magia. La preparación tiene que ser seria y estar al servicio de la evangelización». Seguidamente, se detuvo en una importante transformación: «Australia mira hoy con otros ojos a la Iglesia; no sólo jóvenes, sino muchas personas se han acercado y su fe se ha fortalecido. También los no católicos nos miran con ojos diferentes y esto es para nosotros importante».

A continuación, Mons. Anthony Fisher, obispo auxiliar de Sydney, expuso los primeros datos de una investigación encargada por el Comité organizador local sobre el impacto de la JMJ 2008 en los participantes australianos. Estos son los principales resultados:

  • Siete de cada diez – personas consideran la experiencia vivida como una de las mejores de su vida (los momentos más apreciados fueron la Vigilia, el Vía Crucis y la Mesa final);
  • para los jóvenes ha – sido muy importante descubrir la Iglesia universal y compartir con los demás coetáneos la propia fe, que desean vivir ahora y profundizar con mayor seriedad;
  • muchos jóvenes han – decidido ser “más atentos” hacia el prójimo y comprometerse en diferentes tipos de servicio; algunos han descubierto la propia vocación al sacerdocio;
  • la JMJ ha producido – una notable renovación también a nivel parroquial y diocesano.

Después, con una viva visión de conjunto, con imágenes y datos, Danny Casey, director ejecutivo del Comité australiano, presentó a los delegados un balance organizativo del evento de Sydney.

En la tarde del viernes, se prosiguió con los trabajos a partir de cuatro experiencias de pastoral juvenil nacional, presentadas por la Hna. Eileen McCann, delegada de los Estados Unidos, P. Salvador Niciteretse, de Burundi, Jessica Joy Candelario, representante juvenil de la Federación de las Conferencias Episcopales Asiáticas, y D. Nicolò Anselmo, director del servicio de pastoral juvenil de la Conferencia Episcopal Italiana. Fueron experiencias representativas de situaciones extremamente diversas, pero unidas por la visión de la JMJ como motor propulsor para la pastoral ordinaria.

Por último, D. Eric Jacquinet, responsable de la Sección Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos, concluyó la jornada con una reflexión sobre la JMJ y la pastoral juvenil de la Iglesia: intuición profética de Juan Pablo II, la Jornada Mundial de la Juventud es mucho más que un evento; ésta es en realidad una experiencia personal y comunitaria que tiene como finalidad el volver a poner a Cristo al centro de la fe y vida de los jóvenes. Todo el programa pastoral de la JMJ está de hecho orientado al encuentro con Cristo en la Iglesia: los jóvenes están llamados a ir juntos al encuentro de Él, yendo en peregrinación por los caminos del mundo y experimentando juntos la alegría de la fe – reviviendo, en cierto modo, la experiencia de los discípulos de Emaús.

Con la jornada del sábado 4 de abril se dio comienzo al itinerario de la preparación hacia la JMJ de Madrid (2011). «España evangelizada, España evangelizadora, ese es el camino. No descuidéis nunca esa misión que hizo noble a vuestro País en el pasado y es el reto intrépido para el futuro» (Juan Pablo II, Madrid, 4 de mayo de 2003): esta frase pronunciada por Juan Pablo II durante su último viaje a España, fue el centro de la reflexión del cardenal Antonio María Rouco Varela, que habló a los ciento cincuenta delegados sobre el significado de la JMJ para la Iglesia española. A diferencia de Australia, explicó el arzobispo de Madrid, España es un país en el que el Evangelio ha resonado desde sus orígenes y que conoce una gran vitalidad de la fe, siendo lugar de nacimiento de numerosos e importantes caminos vocacionales; pero también ella, como toda Europa, necesita renovar sus raíces cristianas. Tenemos que anunciar de nuevo el Evangelio, concluyó el cardenal, tenemos que hacer nuestra la tarea de la nueva evangelización, llevando a Cristo allí donde no es conocido, y este es uno de los principales desafíos de la próxima JMJ.

Mons. César Augusto Franco Martínez, obispo auxiliar de Madrid y presidente del Comité organizador, delineó a continuación los elementos centrales del camino de preparación hacia la XXVI JMJ, utilizando como hilo conductor el magisterio del Papa Benedicto XVI. La primera indicación que hay que tener presente, dijo el obispo, es que la Jornada mundial es el fruto de un largo camino exterior e interior; por ello, «un elemento fundamental de la preparación debe ser el de la celebración de la fe, introduciendo a los jóvenes en el misterio de la liturgia y de los misterios cristianos» y la catequesis tiene que ser vista como «elemento propio de formación» para ayudar a los jóvenes a encontrar la verdad en Jesucristo. En segundo lugar, en la preparación «la convicción… debe arraigarse cada día más en los jóvenes cristianos de que dentro de ellos está esta fuerza dinámica de futuro, que, en términos paulinos, es la esperanza que no defrauda… como protagonistas de la vida de la Iglesia, y de la JMJ en particular, irradiarán en sus amigos y contemporáneos la verdad que llevan dentro». Mas, advertía Mons. Franco, «conviene subrayar que se trata de la dinámica de Dios, que busca expandirse al mundo entero desde nosotros». Por último, la JMJ debe hacer vivir a los jóvenes la alegría de la fe, mostrando qué es en verdad una “fiesta”: «Se trata de vivir la Iglesia como una comunión de relaciones en Cristo… Es importante que… sepamos animar todo desde esta experiencia de la vida que Cristo crea entre sus miembros y al que, especialmente los jóvenes, se adhieren una vez descubierta». Por ello hay que acompañar a los jóvenes en el descubrimiento del amor de Dios, presente en la Iglesia, y llevarlos a un compromiso del amor hacia el próximo, también con hechos concretos de comunión eclesial, servicio y solidaridad.

A continuación, D. Javier Egea López-Fando, delegado de la Conferencia Episcopal Española, ilustró la situación de la pastoral juvenil en España, sin omitir los problemas, pero mirando las perspectivas y oportunidades creadas por la Jornada Mundial de la Juventud. Acompañaron su exposición los testimonios de dos jóvenes, que contaron su camino para estar siempre más “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”.

En la tarde del sábado, el Comité español presentó los primeros proyectos para la acogida en la JMJ de Madrid, en los que ya está trabajando para que pueda ser «la mejor JMJ posible». Seguidamente, los delegados tuvieron la oportunidad de dirigir a los miembros del Comité preguntas, sugerencias, consideraciones pastorales y prácticas, también a partir de la experiencia de Sydney. Fue un vivo debate que tocó muchos puntos, pero sobre todo el tema de la participación de los jóvenes provenientes de África, Sudamérica, Asia o de países con desventajas, para que se haga todo lo posible de modo que todos los jóvenes del mundo tengan las mismas oportunidades de vivir la JMJ.

Los trabajos prosiguieron con el Mensaje del Papa Benedicto XVI a los jóvenes con ocasión de la XXIV Jornada Mundial de la Juventud, presentado por Mons. Josef Clemens, Secretario del Consejo Pontificio para los Laicos. Recordando los temas de las JMJ 2009, 2010 y 2011, indicados en el Mensaje, Mons. Clemens destacó que el trayecto formativo, que el Santo Padre propone a los jóvenes cristianos para prepararse al evento de Madrid, «gira, en un cierto modo, en torno a las tres virtudes teologales: esperanza, caridad y fe. Como escribía el poeta francés Charles Péguy, si las tres virtudes son como hermanas, la esperanza es la más pequeña, que tira de la mano a las otras dos. Esto es, sin duda, el motivo por qué nuestro camino comienza por la esperanza», un tema muy querido del Papa Benedicto XVI, al cual los jóvenes son particularmente sensibles. De hecho, son ellos las primeras víctimas de la «crisis de la esperanza» tan extendida en la sociedad actual. «La misión de la Iglesia es, por lo tanto, devolverles a los jóvenes lo que es vital para ellos: la capacidad de ir adelante, de comprometerse, de formarse para preparar su futuro y el futuro del mundo», convirtiéndose así en «testigos de la esperanza».

En la tarde, le tocó al cardenal Ryłko la tarea de cerrar los trabajos del congreso, poniendo el acento en el papel de los responsables nacionales de pastoral juvenil: «Lo que hemos vivido aquí en estos días ha sido inspirado precisamente desde el Cenáculo de Pentecostés, es decir de la experiencia de una Iglesia verdaderamente joven…, que estalla con su entusiasmo misionero hasta los confines de la tierra, experiencia de la Iglesia a la escucha del Espíritu Santo… ¿Qué es lo que dice el Espíritu Santo a la Iglesia en este momento histórico? El Espíritu Santo llama a la Iglesia para la misión de siempre: evangelizar, en modo particular, a las jóvenes generaciones. Ésta es una prioridad para vosotros que os encontráis en el corazón mismo de la obra evangelizadora de la Iglesia». Recordando después la intuición del Papa Juan Pablo II, que dio vida a las JMJ, y su confianza en los jóvenes en una época en la que aún se les miraba con recelo, el cardenal volvió a evocar la entrega de la Cruz a los jóvenes hace 25 años, en el Domingo de Pascua: «Fue un gesto profético… la historia de la Cruz de las JMJ está hoy llena de verdaderos milagros de gracia y conversión… gracias a esta Cruz, la JMJ es un evento permanente en la Iglesia, porque dondequiera que vaya la Cruz de las JMJ, se realiza una Jornada mundial».

Con estas palabras en la memoria, los delegados participaron en la mañana del 5 de abril en la misa del Domingo de Ramos, presidida por Benedicto XVI en la plaza de San Pedro, con la celebración de la XXIV Jornada Mundial de la Juventud y la tradicional entrega de la Cruz de las JMJ de los jóvenes australianos a los jóvenes españoles: un momento significativo y emocionante que ha marcado materialmente el “cambio de relevos” entre los jóvenes de Sydney y los de Madrid, poniendo como referencia, una vez más, al camino de las Jornadas mundiales la pura realidad de la Cruz, la esperanza suscitada por el Resucitado.

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